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domingo, 7 de julio de 2019

Perro Aguayo vs Sangre Chicana, Cabellera vs Cabellera, EMLL 28/02/1986




El pasado 3 de julio, la familia de El Perro Aguayo, dio a conocer la muerte del luchador, por causas naturales, a los 73 años de edad. Deseamos que descanse en paz, y, como dicen siempre en México, que se reencuentre con su hijo en la Arena Celestial, para enfrentarse a Fishman y Villano III, en una lucha eterna.

Cuando hablamos del Perro, no hablamos de una persona común. No es un luchador más que ha fallecido debido a su avanzada edad. Este es el mejor rudo de todos los tiempos, un luchador que era pura fiereza, que se subió al ring durante décadas a pegarse unas palizas enormes que dejaron su cuerpo en muy mal estado, y que estuvo a punto de morir en el ring, como hiciera su hijo tiempo después; que ganó montones de máscaras, cabelleras y títulos, que se enfrentó a los mejores de muchas generaciones, en EMLL/CMLL, UWA y AAA, y que siempre llenaba una arena. Es una auténtica leyenda.

Y hay que dejar eso muy claro, porque puede que haya mucha gente a la que el nombre le suene por el caso del fallecimiento de su hijo, en 2015, arriba de un ring. Recordemos que El Hijo del Perro Aguayo murió en un combate que tuvo lugar en The Crash, con Rey Mysterio involucrado. Tan sólo Perro Jr podría compararse con su padre, y, quizás, con los años, podría haber llegado a superarle como gran rudo de toda la historia, porque estaba en un gran momento, lideraba una gran facción, y tenía su propia promotora, Los Perros del Mal. Y, con la posterior evolución del mercado de luchadores mexicanos en USA, posiblemente podría haber destacado mucho a nivel internacional. Eso nunca ocurrió, debido a su prematura muerte, pero, aún así, puede considerarse uno de los grandes rudos de la historia. 

Don Pedro Aguayo, conocido en el mundo de la lucha como Perro Aguayo a partir de un error de imprenta en una función, es también uno de los más importantes luchadores mexicanos de cuantos no portaron jamás una máscara. La mayoría necesitaron de una capucha para conseguir su sitio en el Olimpo, pero Perro lo consiguió todo con una violencia demencial. Tal fue esa violencia y dedicación al deporte, que tanto su rostro como su manera de moverse reflejaban problemas graves de salud provocados por la manera de llevar a cabo sus combates. Comentaba hace poco Konnan que, incluso en el velorio de si hijo, daba obvias muestra de demencia senil, posiblemente provocada por las innumerables conmociones cerebrales que debió padecer en sus décadas como luchador en activo. Como aficionados, deberíamos agradecer a este hombre y tantos otros que sacrificaran su salud y su jubilación por el espectáculo.

Esta es una discusión que planteaba un amigo del blog hace poco, y que expondremos cuando hablemos, en unas semanas, sobre el aniversario del fallecimiento de Mitsuharu Misawa en un ring. ¿Hasta qué punto merece la pena que hombres destrocen su vida por la calidad de sus luchas? Perro Aguayo convertía las suyas en un verdadero espectáculo, debido al nivel de violencia que introducía en ellas, pero lo pagó caro en la última parte de su vida. ¿Qué es mejor? ¿Vivir una vida mediocre y cómoda, o pasar a la historia como uno de los mejores, a costa de sufrir mucho, y llegar a perder la dignidad en una última y penosa etapa de la existencia?

Como aficionado, tan sólo puedo enjuiciar sus luchas, y, desde luego, la intensidad que introducía las hacía mucho mejores. Debe ser este el peso de la trascendencia.

Perro Aguayo se hizo famoso en la década de los 70, en la que se enfrentó a lo mejor de lo mejor. Quizás, la suya, sea la cabellera más preciada de la historia de la lucha libre, y eso que la perdió en varias ocasiones. Sí, porque, hoy en día, da la sensación de que, cuando una cabellera cae por primera vez, ya no vale nada, y se usa como trofeo aleatorio para luchadores a los que se quiere dar push. Pero en otros tiempos, en los que siempre había en juego grandes rivalidades, el peso de una cabellera era proporcional a la intensidad de la rivalidad, independientemente de si se había perdido, o no, antes.

Perro tuvo rivalidades con gente como El Santo y El Solitario, con los que perdió la Cabellera. Pero ganó muchas luchas de apuestas, frente a gente como Ray Mendoza, o Karloff Lagarde. Y estelarizó muchas funciones de Aniversario del Consejo Mundial de Lucha Libre, entonces conocido como Empresa Mundial de Lucha Libre. 

En próximos posts de este especial, hablaremos de otras etapas de su carrera. Pero hoy, nos vamos a quedar con una lucha de apuestas frente a uno de los grandes rivales que tuvo: Sangre Chicana. Con este hombre, llegó a disputar 5 luchas de cabellera vs Cabellera. Si bien perdió en la primera ocasión en que pusieron su pelo en juego, salió victorioso de las cuatro siguientes contiendas.

Y es, precisamente, la primera batalla entre los dos, la que perdió, la que vamos a comentar hoy. Es una lucha que tiene lugar en la Empresa Mundial de Lucha Libre, o sea que, a diferencia de las batallas que Perro mantendría en el Toreo de Cuatro Caminos, aquí no hay sangre. Pero eso no le quita salvajismo al enfrentamiento. La paliza que presenciamos es enorme.

La grabación que existe en Internet de este combate no es de mucha calidad, y tiene algunos cortes, así que nos perdemos unos minutos de combate en varias secuencias. Pero no importa mucho, uno puede estar seguro, viendo el combate, de que esta es la definición de lucha de apuestas.

Desde que suena la campana, Perro se lanza como un perro salvaje a por su rival. Luchan y brawlean por todo el escenario, dándose golpes sin parar. El Can es quien parece llevar siempre la ventaja, dando golpes muy fuertes. Esto parece una pelea de barrio.

Los luchadores suben poco al ring, a pesar de la insistencia del referee. Entre muchas personas, intentan sujetar al Perro, e incluso parece que hay golpes para algún metiche. Y es que, Aguayo continúa su castigo entre los asientos, y su oponente sólo puede quitárselo de encima pegándole con un objeto.

Continúa la brutalidad entre los wrestlers, que utilizan todo lo que ven para castigar al rival. Después de tanto golpe, con varios Clotheslines y un Sentón, Perro se lleva la primera caída.

Tan sólo para continuar con la golpiza. Perro se lía toallas en los puños para poder golpear a Sangre, sin hacerse daño en los nudillos, como un boxeador. El ambiente es atronador (si es que el ruido que se oye en el vídeos es real), y el referee no consigue normalizar la situación. Perro destruye la publicidad de Cerveza Corona, para poder golpear a su rival con ella. Vaya loco.

Sangre tiene un pequeño Comeback, aprovechando un error del Perro, y consigue hacerle rendir. Esto le da un respiro, pero, en la tercera caída, todo sigue igual. Perro pega unas Patadas de Canguro salvajes, con las que vuelve a ponerse por delante.

En esta caída, se nota un mayor interés por el resultado. Ganar la cabellera del rival empieza a ser más importante que dar una paliza, porque el honor está en juego. Aparte de un par de topes suicidas, y un poco más de brawl, los luchadores intentan muchos counters y muchas llaves, con urgencia por ganar. 

Lo intentan durante minutos y minutos, sin que se cierre un resultado. Perro se pone duro de nuevo, y aplica un Piledriver, y de nuevo su Sentón. Sus golpes le acercan a la victoria, pero Sangre Chicana se lo lleva con un paquetito, y la cuenta llega a tres. Hay dudas, por si la espalda de Chicana estaba también plana, pero no es así; la victoria es para él.

Gran espectáculo entre dos hombres recordados como los más salvajes de su tiempo. Hay más luchas en Internet suyas, así que son de obligada visualización. Para poder seguir hablando de la trayectoria del Perro, yo tendré que comentar, en este especial, otras rivalidades, pero me encantaría seguir hablando de esta.

Puntuación: *****