Hemos vivido un nuevo momento histórico en esto de la lucha libre, pero quizás no un momento especialmente destacable. Goldberg y Undertaker se enfrentaron en el evento Super ShowDown, que tuvo lugar en Yeda, Arabia Saudí. Y no salió muy bien la cosa.
Como todo el mundo sabe, desde 2018, y durante 10 años, WWE celebrará un par de shows anuales en el reino saudí, a cambio de cientos de millones.
Esto siempre ha sido algo polémico, dado que el país anfitrión es, políticamente, una dictadura bastante sanguinaria. El último evento que se celebró en otoño de 2018, Crown Jewel, estuvo rodeado de protestas, dado que coincidió en el tiempo con el asesinato de un periodista por parte del régimen saudí. En julio de 2019, WWE vuelve allí, en un momento mucho más tranquilo con respecto a las miradas sobre ese país.
Yo siempre he dicho que no me parece mal que WWE lleve a cabo shows en Arabia, o donde sea, porque un espectáculo de divertimento como el wrestling no tiene nada que ver con la política. A no ser que se lleve a cabo con una motivación política, y el régimen en cuestión quiera aprovechar la celebración para dar una imagen de si mismo que no se asemeja a la realidad.
En esta ocasión, WWE sí que ha mencionado a Yeda en sus programas de televisión. Las ganas de aparentar avances sociales de los jeques árabes se han juntado con las ganas de llevar la libertad a oriente de un buen americano como Vince McMahon. Así, hemos sabido que, hasta el último momento, la empresa intentó realizar un combate entre mujeres, pero, al final, no recibieron el visto bueno. Natalya y Alexa Bliss eran las dos féminas elegidas para que todos esos hombres millonarios y asquerosos, de una parte y otra, pudieran presumir de avances sociales que no son tales, puesto que el hecho de que lo realicen mujeres de WWE, no va a impedir que, si una mujer árabe intenta hacer lo mismo, su marido la mate a palos.
Pero, una cosa sí que cambió: en lugar de tener unas primeras filas llenas de jeques sentados en asientos muy cómodos, y demostrando que son seres superiores al ganado que está en las gradas, en esta ocasión, estas primeras filas estaban ocupadas por fans. Y, además, fans muy occidentalizados.
Cuando hablé de Double or Nothing, comenté que había aficionados tan emocionados en las gradas, que parecían pagados por la empresa. Aquí pasa lo mismo, hay muchas personas que parecen llegadas de Connecticut, y parecen puestos a proposito. Supongo que, en ninguno de los dos casos es así, pero no sería la primera vez que esto pasa en el wrestling, industria muy deudora de la televisión, un medio en el que se usa público de pago desde hace décadas.
La cartelera del evento no es especialmente llamativa, pero tiene varios highlights que no están mal. El intento de cobro del Money in the Bank de Brock Lesnar quedó bien, y está ofreciendo un momento interesante en todos los programas, aunque, como el reinado de R-Truth como Campeón 24/7, es un recurso que se está gastando. La lucha entre Randy Orton y Triple H es buena asimismo, y tenemos una Battle Royal de 50 hombres ganada por el chico local que tiene la empresa en el Performance Center, Mansoor, al que se firmó para este tipo de eventos, obviamente. La reacción del público a su victoria fue muy buena, aunque una batalla real como esa nunca es divertida.
El main event de la velada es una lucha de leyendas. Undertaker se enfrenta a Goldberg, en un combate que no acababa de sonar bien, a pesar del nombre de ambos. Vamos a hablar de ello.
A mí, la rivalidad entre Brothers of Destruction y DX del año 2018, me gustó, aunque creo que estoy solo en eso. En sus combates hay algún que otro error, pero persiste, en ambos, una clara intencionalidad de contar una historia. Y creo que las limitaciones físicas son menos importantes en un combate de wrestling que la intención de contar una historia. Si eres muy viejo, simplemente, esas limitaciones se deben introducir en la historia que se cuenta, de igual manera que si eres acondroplásico, como un luchador mini, o si te faltan las piernas. Eso no es un gran problema.
El problema entre Goldberg y Undertaker va más allá de la edad. Si estos dos tipos se hubieran enfrentado en el año 2000, cuando eran dos grandes estrellas, la lucha hubiera sido mala. Goldberg no era un buen luchador, y Taker estaba empezando a dar grandes combates, pero no era un tipo que le sacara cosas buenas a malos rivales. Además, en ese momento, no eran leyendas, así que no tenían una gran historia que contar, más allá de poner algún título en juego, y cosas así.
Taker consiguió un Streak histórico en WrestleMania, y Goldberg consiguió un gran Streak de victorias en el inicio de su carrera. Por tanto, los personajes de ambos tienen algo en común: son difíciles de vencer. WWE, en horas bajas en cuanto a ratings, podría haber aprovechado esto para generar un par de promos buenas, pero estos luchadores, como Triple H y Orton, no aparecieron en programación hasta la misma semana del evento. Es una empresa muy perezosa.
Pero tenemos que hablar del resultado de la lucha. Esta tuvo algunos botches, que han provocado muchas críticas en Internet. Mucha gente ha opinado que los dos luchadores deberían retirarse. ¿Tan mal estuvo?
Sin duda, hay cosas en esa lucha que no deberían formar parte de un show profesional, y desde luego, no del main event de un gran PPV. Es cierto que los eventos en Arabia son, casi, Live Shows, pero cosas así no deberían ocurrir, en un contexto de ese nivel.
No obstante, no creo que la edad de estos luchadores tenga relación con ello, ni, por supuesto, que tengan que retirarse. Al contrario, los dos están en un estado de forma muy bueno. Undertaker ha adelgazado mucho, y se le ve mejor que nunca. Desde luego, si tuvieran que retirarse, no deberían hacerlo de esta manera. Lo mejor es que vuelvan a luchar lo antes posible, y que lo hagan con workers que les hagan sentir seguros y sacar lo mejor de ellos. Gente como Bryan o Styles.
Se ha criticado mucho esta lucha, pero estaba condenada desde antes de empezar. Cuando vemos a Goldberg salir a escena, rodeado de seguridad, vemos que tiene una herida en la cabeza. Sale al ring con la cabeza medio partida, y se la acaba de partir durante el combate, al golpearse con el poste. Un hombre con 50 años debería saber controlarse, pero es como un Pokémon: se confude y se hiere a sí mismo.
Ya le pasó cuando volvió a WWE, para hacer una promo. Por suerte, esa noche no tenía que combatir. Para animarse, se pega un cabezazo con la puerta. Y no estamos en el año 99, han pasado dos décadas, y ahora sabemos que ese tipo de golpes te pueden costar la vida. El puntito de sangre que lleva en su frente recuerda al que tenía Katsuyori Shibata en su última lucha frente a Okada, la que acabó con su carrera.
Taker llega con una entrada muy impresionante, saliendo de debajo de tierra. La lucha comienza bien, con dos Spears seguidos de Goldberg, que no acaban con Taker. Para bien o para mal, ya sabemos que esto no será un squash. ¿Podrá mantener Bill una lucha normal?
Undertaker aplica bien sus golpes a los brazos, incluyendo el clásico Old School. Pero Goldberg busca otra lanza, y es ahí cuando Taker se aparta, y se come el poste. Pero se lo come de verdad. La herida que lleva en la frente se convierte en una masa de sangre.
Goldberg tiene una conmoción, pero se empeña en seguir el combate. El Enterrador consigue aplicar ChokeSlam y un Tombstone muy duro, que le pega en toda la cabeza dañada con el suelo, pero la cuenta no llega a tres. Quizás debería haberlo hecho, porque Bill está cada vez peor. Aplica un nuevo Spear, y un Jackhammer mal implementado. No puede sostener a Taker, y lo lanza como si fuera un Brainbuster. Para haberlo matado.
Hay muchas quejas sobre la fuerza de esos Tombstone y Jackhammer. Si fueran golpes de Kawada y Kobashi, diríamos que son unos cabrones, y que se van a matar. Pero, si son Taker y Goldberg, nos reímos de ellos, por viejos. Es obvio que no han salido bien, pero hay que recordar que esto pretende ser un combate, y en lugar de romper la cuarta pared, hay que valorar los golpes dentro de la ficción.
Porque hubo gente que dijo que deberían retirarse, antes de salir heridos. No recuerdan que, en un combate, precisamente, lo que se debe buscar es herir al rival. Tenemos esa manía de analizar la lucha como si fuera un espectáculo para sorprender a los fans, y no es eso. Los luchadores deben partirse la crisma. Recuerdo, hace poco, leer el análisis de una lucha hardcore en SoloWrestling, y el redactor decía que los luchadores usaron "armas para amenizar la lucha". No son para amenizar nada, son para matarse.
Pero, como sabemos más de la cuenta, sabemos que esos golpes no estaban planeados así, y que Goldberg no está bien. Intentan acabar la lucha, con un reversal de Tombtone clásico, en el que Goldberg es el que pretende aplicar, y Taker le da la vuelta hacia atrás para realizarlo él. Pero Goldberg no puede hacerlo, y se le cae el Taker. Está fatal. Su rival lo agarra con un ChokeSlam, y se lleva la victoria.
El final queda muy mal. Es muy raro que una lucha así acabe con un ChokeSlam. También este ha sido muy criticado, diciendo que recuerda a los ChokeSlam que Undertaker aplicaba a Hulk Hogan, no muy vistosos. Pero es así porque Goldberg no puede ni saltar, así que el Deadman lo tiene que levantar solo. Que un par de golpes salieran demasiado fuertes, no es algo muy malo, pero este final, se carga la lucha.
Que no era mala, de por sí. Los tipos usan una buena intensidad, y la promo de Goldberg en el Smackdown anterior, había sido muy buena, porque no se la habían escrito. Hubiera quedado como un duelo de viejos locos, con finishers asesinos. Pero la cosa salió mal. Taker se queda en el ring, haciendo sus gestos habituales, con una cara de enfado obvia. Es un hombre obsesionado con la calidad de su trabajo, y se siente como una mierda. Goldberg, en ringside, se marea y se cae.
Insisto, no es la lucha adecuada para juzgar a nadie.
Puntuación: **