Backlash es el nuevo evento especial de WWE. Después de
Royal Rumble, el camino a WrestleMania, el propio
WrestleMania y
The Greatest Royal Rumble, cuesta un poco volver a la rutina de los PPVs normalitos. Pero hay que comentar varias cosas al respecto.
En 2016, cuando las marcas de WWE volvieron a separar su roster, cada una volvió a tener sus PPVs, como ocurrió originalmente en los primeros años de este siglo. Año y medio después, también como pasó entonces, el experimento se echa atrás, y los PPVs incluirán combates tanto de Smackdown como de RAW.
¿Por qué ocurre esto? Si nos fijamos en la asistencia a eventos de los últimos años en PPVs, no parece que esta se haya resentido, salvo casos concretos. Sigue rondando los 14.000 o 15.000 espectadores, que no es menos de los que había en la Era Attitude. Pero grabar un PPV tiene unos gastos que no se están viendo reflejados en aumentos de inscripciones a WWE Network. La verdad es que el público no está pidiendo dos PPVs mensuales. Con uno hay de sobra.
Cuando había PPVs separados, luchadores secundarios tenían más oportunidades. Un efecto inmediato de la desaparición de estos eventos exclusivos es que esto deja de pasar. Las divisiones en pareja de WWE fueron lo mejor de la empresa en 2017, pero en Backlash, no están. Aunque en todos los combates hay nombres importantes, lo que los hace, al menos en teoría, más atractivos.
Si nos fijamos en lo que ocurrió hace 11 años, cuando pasó lo mismo con los PPVs, la calidad de los eventos mejoró mucho. Posiblemente esa etapa, entre el 2007 y el 2011-2012, sea la mejor en cuanto a calidad in-ring en los PPVs de la empresa. Y esto es porque es el formato en el que mejor rivalidades se pueden dar.
Porque, en los PPVs separados, sólo hay un par de rivalidades importantes, y varios combates de relleno para completar 3 horas de show más el preshow. Y, posteriormente, cuando la separación de marcas se acabó, se dejaron de crear historias nuevas en Smackdown, pasando este programa, tan solo, a extender las de RAW, sin que, tampoco, pasara nada importante. Por eso, en esa época tampoco había muchas buenas rivalidades en los eventos.
Pero, con los rosters separados compartiendo PPVs, con que haya dos rivalidades buenas por marca, ya tenemos 4 luchas importantes en un PPV. Eso no está mal.
Lo que pasa con Backlash 2018 es que está montado de una forma muy rara. La mayoría de los ascensos de NXT a RAW o Smackdown todavía no están apareciendo en los programas, el Título Universal está en manos de Lesnar, que no lucha hoy, y los combates entre Nakamura y Styles por el WWE Championship acaban, una y otra vez, sin resultado. Además, como las dos luchas principales de la velada, WWE propone dos combates propios de un RAW. Nadie quería ver en el main event a Joe y Reigns. Nadie quiere ver, en general, un combate entre Samoa Joe y Reigns, pero causó mucho enfado que esta lucha estuviera en el evento principal. Por lo demás, los combates entre Jeff Hardy y Randy Orton, entre The Miz y Seth Rollins, y entre Nakamura y Styles estuvieron muy bien. Ni siquiera la lucha entre Joe y Reigns es tan mala, lo que pasa es que no apetece.
Nakamura ganó el Royal Rumble de 2018, y consiguió la oportunidad de luchar por el título mundial que eligiera. No tardó mucho en dejar clara su elección: AJ Styles. El japonés quería revivir sus momentos con el americano en Japón. Y WWE, aunque le gusta mucho la payasada, también quería ofrecer un buen combate en WrestleMania, además de tanta atracción. Aunque la lucha en el Mayor Evento de Todos no acabó siendo muy destacable.
Tanto Nakamura como Styles eran Faces, y no había una gran rivalidad entre ellos. Shin-chan aseguraba que colocaría su rodilla en la cara de AJ, y también comentaba que el problema del campeón es que es muy emocional. Pero esto no lo utilizaron en la lucha de WrestleMania. Supongo que cambiaron de idea para llevar a cabo el Turn Heel de Nakamura.
El Rey del Strong Style es un tipo con mucho carisma, pero para un face en WWE, el carisma suele quedar aplastado, porque cada vez que uno habla, es para leer un guión simplón de tipo bueno. El Turn Heel, creo, es lo mejor que podía pasarle al japo. En su lucha en WrestleMania, ambos combatientes tardaron mucho en coger ritmo. El público tampoco reaccionó mucho hasta la parte final del combate, en la que la cosa se puso buena. AJ ganó, pero tras la lucha, Nakamura se vengó, y acabó dándole un golpe bajo.
Esta es, desde entonces, la seña de identidad de la rivalidad. Nakamura, siempre que puede, le pega a Styles en sus partes. Me parece que lo hacen demasiado, y no se dan cuenta de que eso no ayuda para generar credibilidad, porque un golpe real ahí es más peligroso de lo que parece, y si uno recibe tantos seguidos, acumula problemas. No puedes llegar, después de 15 golpes bajos, al cuadrilátero como si nunca te hubieran dado uno. Ahí abajo no se hace borrón y cuenta nueva. Si hay muchos de esos, el público deja de sentir empatía por ese dolor.
La siguiente lucha entre Nakamura y Styles fue en The Greatest Royal Rumble. No estuvo mal, creo que fue mejor que la de WM, pero se cortó muy pronto, por un doble Count-Out. Ese tipo de cosas que hace que el público se enfade, no con el rudo, sino por la empresa por sus bookeos. Como sé que hay gente a la que les importa mucho los rating, diré que a las dos luchas entre Shinsuke y AJ en WM y TGRR les daría ***1/4.
Llega Backlash, y ya sin las grandes estrellas de la empresa en el evento, yo pensaba que, de verdad, pondrían este combate en el Main Event. Pero no le darán tanta importancia al título de Smackdown. Y tampoco podría haber un final como el de esta lucha en un main event de PPV. Porque la cosa vuelve a quedar sin un resultado definitivo, y me da pena, porque esta vez, la lucha sí estaba siendo muy buena. Aún así, de cara a la rivalidad, no está tan mal. Espero, ahora sí, un final definitivo en Money in the Bank.
Nakamura vuelve a ser el Nakamura de siempre. Pega muchas patadas, y muchos rodillazos, en la nuca, y en la cabeza. Aplica también buenos candados, y sus típicas palancas al brazo. Pero AJ también tiene sus artes, que no son escasas.
La verdad es que pasan muchos minutos sin que se utilice la estipulación para nada. Porque esto es un combate sin DQ. Pero sabemos que esta regla se ha instaurado por el tema de los golpes testiculares. No obstante, antes de que haya uno de esos, Nakamura mete una silla en el ring para atacar a su rival, y aunque lo consigue en primera instancia, cuando va a por el Kinshasa, Styles le tira la silla, haciéndole mucho daño en la pierna. Eso sí, la silla sale rebotada, golpeando al americano en la cara, y produciéndole un llamativo sangrado.
Con la pierna de su oponente herida, Styles busca la rendición mediante Culf Crusher. Después de varios golpes muy buenos en la nuca, Styles va a por Styles Clash, pero Shinsuke aprovecha para pegarle el presagiado Low Blow. AJ ya no se corta, y le da de lo mismo. El referee cuenta hasta 7 hasta que ambos reaccionan a ese desagradable dolor. Pero, después de varios codazos, se lanza el uno contra el otro, asestando, al unísono, una doble patada en salva sea la parte. La cuenta llega a 10 esta vez, sin que ninguno se levante, así que el título queda en manos de Styles. El público queda muy decepcionado, aunque WWE intenta animarlo anunciando que el campeón retiene, no es satisfacción suficiente.
El final es, efectivamente, decepcionante, pero consecuente con la historia que se está contando. Muy bien interpretado por ambos, además. Espero, esta vez sí, ver su lucha definitiva en Money in the Bank. Seguro que habrá una estipulación mayor. Creo que con este combate, Styles y Nakamura, ahora sí, han demostrado de lo que son capaces, pero el próximo tiene que ser un MOTYC.
Puntuación: ***3/4