En estos días, hemos dedicado mucho tiempo a hablar sobre los luchadores que han fallecido durante este año. La verdad es que, mientras que en los primeros meses no ocurrieron muchos casos, entre la primavera y el verano han sido demasiadas las leyendas que nos han dejado. El último y sorprendente deceso ha sido el del legendario Villano III.
El tercero de la Dinastía Imperial se retiró en 2015, y entonces, ya dedicamos varios artículos a su carrera. Se trata de un luchador excepcional, quizás uno de los mejores de la historia. Por eso, y aunque estoy comentando sólo una lucha de cada fallecido para no parar el blog durante demasiado tiempo, en el caso de Villano III, al menos voy a ver dos luchas. Me lo pide el cuerpo.
En ese especial de 2015, ya comentamos sus rivalidades frente a Atlantis, Perro Aguayo, Los Brazos, y aquel a quien consideraba el mejor de sus rivales, Chris Benoit. Esta vez, vamos a pararnos en otra que no es pequeña: la que mantuvo con Rambo.
Ya conocemos a Villano, hablamos de él detenidamente en su día. Es uno de los hijos de Ray Mendoza, un luchador de gran talento que tuvo mucho éxito en la edad dorada de la lucha libre, y que, aunque intentó evitar que sus descendientes siguieran sus pasos, acabó siendo el patriarca de toda una dinastía, la Dinastía Imperial. Su hijo mayor se hizo llamar el Villano. Y todos sus hermanos le fueron siguiendo. Cada uno inventó su propio nombre, su propio personaje. Pero, poco a poco, se fueron convirtiéndose en Villanos también. Estábamos en tiempos de tercias, de equipos. Los programadores querían equipos, y con los Villanos, tenían un ejército.
De los 5 Villanos, el tercero es el que más destacó individualmente. Y no es porque los demás fueran malos luchadores, en absoluto. Lo que le diferenciaba del resto es que había 8 años de diferencia con respecto a sus dos hermanos mayores, y otros 8 con respecto a los menores. Él, aunque hizo equipo con los 4, no estuvo tan unido en pareja con uno de ellos, como lo estuvo el resto. Obtuvo montones de títulos, máscaras y cabelleras, e hizo grandes equipos con otros luchadores, como aquel tan famoso conocido como "Los Tres Caballeros" (con Solitario y Anibal, que no eran mancos). En un momento dado, se convirtió en la gran estrella del Toreo de 4 Caminos. Casi nada.
Villano luchó en los 90 en la AAA, y en el Consejo, donde perdió, finalmente, su máscara ante el gran Atlantis, en esa lucha que será recordada toda la vida. Continuó luchando hasta los 63 años. Porque esta era su pasión. De hecho, ya ni siquiera se le entendía bien al hablar. Su cuerpo estaba lleno de lesiones y cicatrices. Y puede que algunos piensen que da pena que luchadores de más de 60 años se suban al ring. Pero esto es una pasión. Si uno tiene una pasión, no puede huir de ella, no puede esperar a tener una pensión del estado para tocarse las narices en su casa. La pasión lo es todo, y ver a Villano III, o a Brazo de Plata, luchar hasta que es físicamente imposible, lejos de dar pena, es digno de admiración.
El 21 de agosto de 2018, se informó del fallecimiento de Villano III, debido a un infarto cerebral. El luchador había recibido homenaje en Homenaje a Dos Leyendas 2017, y unos días después de su fallecimientos, sería exaltado al Salón de la Fama de AAA, junto al Dr Alfonso Morales y El Apache, fallecido el pasado año. En TripleManía 26 estuvieron presentes sus dos hijos: Villano III Jr e Hijo de Villano III. La nueva generación de la Dinastía Imperial está lista para ponerse en marcha, aunque me hubiera gustado que les hubieran seguido poniendo números, porque molaría tener al Villano VI, el Villano VII... Quizás, al ser ahora primos y no solo hermanos, el orden podía llevar a algún tipo de disputa.
Como decía, voy a volver a recordar el nivel en combate del Villano III, viendo un par de luchas de su rivalidad frente a Rambo.
Rambo era, también, luchador de segunda generación. Siendo niño, vio una lucha en directo entre su padre, Pepe Mendieta, y el padre del Villano, Ray Mendoza. Los dos se subieron al ring en Tijuana, según él, con unos 50º de temperatura, y batallaron durante 45 minutos por un campeonato. Le volvió loco, y quiso recrearlo en la siguiente generación.
Rambo empezó luchando como José Luis Mendieta, pero se le ofreció el personaje de un militar, y como le pidieron un nombre corto para los carteles, se puso uno que estaba de moda por las películas: Rambo. Cambió totalmente su manera de luchar, se convirtió en un gran rudo, insultante y muy violento. El gran héroe del Toreo era ahora su objetivo.
Rambo y Villano tuvieron grandes luchas entre sí. la rivalidad creció mucho, se destrozaron, sangraron un montón. Eso les llevó a jugarse las máscaras en septiembre del 87, en el Toreo. En una gran lucha.
Poco se puede decir de este combate. La grabación que existe es de un aficionado, a pie de ring. Tiene mala calidad, pero se puede apreciar todo a la perfección. Por desgracia, hay varios momentos en los que se corta la acción. Parece que lo que se pierde del enfrentamiento no es gran cosa, no es importante, pero nunca se sabe.
Por lo demás, esta lucha es todo lo que se puede esperar de un combate de apuestas. Una rivalidad larga, vieja, mucho odio, mucha violencia, y conocimiento tanto de la técnica como de la psicología para realizar un buen espectáculo. La entrada del salvaje Rambo es titánica. Destroza a Villano, le rompe la máscara, lo lanza contra postes, le muerde la cabeza... y el Rey Arturo sangra. Rambo usa su mejor ataque, lo que en Estados Unidos se conoce como Alabama Slam, hasta en dos ocasiones, para dejar KO al técnico. Primera caída para él.
Parece imposible que el Pantera Rosa se pueda recuperar de semejante paliza. Pero, en un momento dado, aprovecha el su oportunidad para lanzar a su oponente desde el esquinero, llevándose, este, un buen golpe. Así se igualan las cosas. Nos vamos a la tercera caída.
Esta caída está muy igualada. Es una matanza, hay sangre en ambos rostros, y golpes de todo tipo. Se respira la urgencia, el miedo a perder la máscara, las prisas por ganar, sin importar la manera. Y parece que la lucha no vaya a acabar nunca, que ninguno quiere perder lo que tan preciado es para él. Al final, la rudeza es lo que pierde al Rambo, porque introduce una silla para pegarle al Villano, pero este se la arrebata, y le deja KO con ella. Por suerte para él, parece que aquí eso no implica una descalificación, así que se realiza el conteo de tres, y Villano suma una nueva máscara para sus vitrinas.
Creo que la lucha merece 5 estrellas. He dudado, por la calidad de las imágenes, por los cortes. Pero me arriesgaré. Es una lástima, porque jamás podremos valorar lo suficiente la carrera de Villano III. Para estas fechas, ya había estado en decenas de luchas de máscaras, que nunca se grabaron. Qué maravilla.
Puntuación: *****