Antes de empezar a ver programas semanales de AEW Dynamite, que ya han llegado a la televisión americana, quería echarle un vistazo a una lucha más del PPV All Out. Se trata del enfrentamiento entre Cody y Shawn Spears.
Ya sabemos que, tras su papel como vicepresidente en AEW y sus últimas luchas ante Dustin Rhodes y Darby Allen, Cody se ha convertido en todo un ídolo. También para mí, que creo que aporta algo que AEW no tiene, que es psicología y lucha de estilo vieja escuela. Está siendo lo mejorcito en los primeros shows de la empresa. Y, en All Out, tiene una nueva lucha, ante otro ex-WWE: Shawn Spears.
Shawn y Cody deben conocerse desde hace muchos años, porque coincidieron en Ohio y Florida, en los territorios de desarrollo de WWE. La carrera de Rhodes funcionó mucho mejor, mientras que Shawn, tras su paso por ECW, acabó pronto en la calle. Sin embargo, volvió a la empresa, construyendo un personaje en NXT de Perfect 10 que conectó con el público, lo que, aún así, no le sirvió para tener un buen papel en el main roster.
AEW, igual que WCW y TNA en el pasado, valora mucho a cualquier ex-WWE, colocándolo en una posición muy alta, sólo por la fama que le dio el paso por la empresa del gran Vince. Así, tras la lucha del vicepresidente frente a Darby, apareció como su gran némesis, pegándole un sillazo en la cabeza que se la partió.
Comenzó así la rivalidad entre Cody y Spears, que tiene un papel muy distinto al que trabajaba en WWE. No sólo es rudo, sino que tiene un nuevo mánager: Tully Blanchard, uno de los miembros de los Four Horsemen, que tuvo una gran rivalidad con el padre de Cody, Dusty Rhodes. Ahora, viene a por su hijo, apoyando a Shawn desde la esquina.
La lucha entre Cody y Spears, de nuevo, es de vieja escuela, aunque realmente tiene poca lucha. Está muy centrada en las interferencias de Tully, y en menor medida, de MJF, que está en la esquina de Cody. Shawn domina tras un gran ataque en la rampa sobre el American Nightmare, pero, por lo general, sus ataques son bastante aleatorios. Es un tipo que me resulta muy poco interesante, en general.
Todo el interés en la lucha está en Tully, que consigue hacer trampas una y otra vez, hasta que llega Arn Anderson, y aplica su Spinebuster legendario sobre Spears. Tully le sigue, confuso, pues eran compañeros como Four Horsemen, y, ya libre de ruido, Cody se lleva la victoria.
Esta no es una gran lucha, pero aporta cosas interesantes al show. El uso de leyendas, en la medida que introduce cultura luchística en la modernidad, siempre me gustará, y aún más si es con hombres a los que ya apenas recuerda nadie. Pero, poco más.
Puntuación: ***
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