Tras una edición de Wrestle Kingdom bastante buena, NJPW presenta, a principios de 2020, The New Beginning in Osaka, manteniendo un nivel alto, con tres luchas muy destacables.
Una de ellas, es la que mantienen Minoru Suzuki y Jon Moxley. Se trata de un Dream Match de tíos locos, así que es de obligada visualización. Y es que, Suzuki no es el tipo más de moda en NJPW, pero es obvio que la gente quiere luchar contra él, porque es único. Jushin Thunder Liger lo eligió como último gran rival, y Moxley debía soñar con una batalla frente a él. Aquí la tiene.
Jon es Campeón de Estados Unidos en New Japan, y pone su título en juego ante la leyenda japonesa. Llega con un parche en el ojo, como resultado de la rivalidad que mantiene frente a Chris Jericho y su stable en AEW. Eso le da un toque visual muy interesante, aunque luchar así no debe ser muy seguro, debido a que, con un solo ojo, se pierde percepción de profundidad. De todos modos, gente como Pirata Morgan o Terrible, luchan sin un ojo desde hace años, y tan panchos.
Suzuki llega al ring primero. Cuando Moxley aparece, el japonés coge dos sillas, y va a recibirle a la rampa; le da una de las sillas, y empiezan a pelear con ellas.
La campana suena con los dos locos partiéndose la crisma en ringside. La lucha es una demostración continua de problemas mentales, sin demasiado wrestling como tal, pero con mucha psicología. Suzuki es el que más recibe, en general, pero no para de reír. Cada vez que se lleva un buen golpe, sonríe como un loco. Lo hace, después de partir una mesa con su espalda.
Los luchadores se dan un montón de golpes de antebrazo, así como sillazos y otros golpes en la cabeza. Y, como están locos, ellos mismos se pegan con un trozo de mesa en la cabeza, como hace Goldberg con la pared antes de salir a luchar. A pesar de la obvia felicidad de Suzuki por mantener este combate, acaba cayendo derrotado, ante el montón de ataques a la cabeza recibidos.
No es fácil poner nota a un combate como este. Como digo, a nivel de wrestling como tal, tiene muchas carencias, pero, al mismo tiempo, cuenta de forma genuina una historia que escapa a los patrones habituales, tanto de la empresa, como del wrestling en general. Parece algo propio de GCW. Para mí, debe ser un MOTYC.
Puntuación: ****
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