domingo, 21 de julio de 2019

The Undertaker y Roman Reigns vs Shane McMahon y Drew McIntyre, WWE Extreme Rules 2019



Parece que la posición en la dirección creativa de Paul Heyman comienza a notarse en los programas de WWE, y, sobre todo, en Monday Night Raw. No hay grandes revoluciones; tan solo, trabajar las historias de una forma consecuente, aprovechando el inmenso talento existente. Es lo único que hace falta para ver una cartelera y notar que no es como antes; que hay luchas y combinaciones muy interesantes.

Styles vs Ricochet, Black vs Cesaro, Balor vs Nakamura... todo suena bien para cualquier amante del wrestling. Y, dentro del estilo WWE, Lashley y Strowman se ponen en modo monstruo para luchar en la manera en que sus personajes demandan. Además, tenemos a Taker.

Undertaker se enfrentó, hace unos meses, a Goldberg, en Arabia Saudí, y la cosa no salió bien. El exWCW se partió la cabeza, provocando, con ello, algunos errores durante el match.

La gente en Internet empezó a gritar que los dos luchadores están viejos, que deberían retirarse. Porque es gente mediocre, y si algo les sale mal, huyen con el rabo entre las piernas. Y piensan que grandes leyendas, hombres de éxito, como Undertaker y Goldberg, van a hacer lo mismo.

Yo opiné en ese momento, que deberían hacer justo lo contrario: luchar lo antes posible, y resarcirse, de tal manera que esa sensación no perdure. Eso ha hecho Undertaker, y eso piensa hacer Goldberg, según sus propias palabras.

Undertaker está en muy buena forma. Adelgazó bastante, se operó de sus dolencias, y descansó. Se le ve un poco más joven, y se ha puesto una camiseta que hace lucir mejor sus músculos. Su trabajo en Extreme Rules es bastante bueno, haciendo pareja con Roman Reigns para enfrentarse a Shane McMahon y Drew McIntyre.

Porque Roman estaba siendo atacado por ambos en un programa de Raw. Para sorpresa de todo el mundo, ya que absolutamente nadie esperaba su aparición, las luces se apagaron, y El Enterrador hizo acto de presencia. Cortó el Coast to Coast con el que Shane pretendía atacar al Big Dog, y se libró de ambos adversarios. Taker siempre tuvo un cariño especial por el hijo de Vince, pero ahora ve que ha sido devorado por el ego, y viene a destruir su alma.

Es importante, por cierto, detenerse a hablar sobre el caso Shane McMahon.

Shane volvió a WWE hace unos años, para ser un babyface muy querido. Siempre lograba muy buenas reacciones. Pero, en Crown Jewell, de una forma un poco rara, ganó el torneo Best in the World. Tras eso, y mediante una gran historia con The Miz, se pasó al bando rudo, consiguiendo reacciones realmente negativas.

Shane no es un gran luchador, pero está consiguiendo que todos sus combates importantes sean realmente buenos, porque es un muy buen contador de historias. Y, ahora, se encuentra en un estado realmente interesante, en ese sentido.

Porque es un rudo muy rudo. Y la gente le quiere fuera, por esa rudeza. Pero, no sólo los seguidores más generales, que le odian por su personaje heel, sino también los fans del wrestling, que piensan que le está quitando tiempo en pantalla a luchadores de verdad.

Por supuesto, merece ese tiempo más que luchadores de mucho más talento que él, porque está provocando reacciones mucho mayores que la mayoría de ellos. Y, en el wrestling, como en todo, lo más importante es conseguir que, lo que ocurre, le importe a la gente, que no sea un espectáculo atlético aleatorio entre hombres olvidables.

Pero aquí coinciden el odio provocado por el Kayfabe, con el odio provocado por la realidad, por el hecho de que Shane tenga más tiempo en pantalla que nadie. Así que WWE hizo algo bueno que hace a veces: fusionar ambas cosas. Mediante una presunta pipebomb de Kevin Owens, a quién quieren vender como un nuevo Stone Cold, se señaló que Shane le quitaba tiempo en televisión a luchadores que lo merecían mucho más que él. 

De pronto, los fans del wrestling se sintieron identificados con la promo de Kevin, la entendieron como una crítica que él hacía a WWE, como una defensa de los pobres. Pero, por supuesto, era una promo ideada por WWE, que metió a los fans enfadados por lo que no era kayfabe, en el kayfabe. Y ni siquiera se dieron cuenta. No es que WWE no conozca la opinión de los fans, es que lleva toda la vida utilizando las cosas que gustan y las cosas que no gustan, en su favor, porque, tanto unas como otras, atraen audiencia. Lo que no genera nada es la indiferencia.

Se ha dicho que poner a McIntyre junto a Shane es una forma de restarle importancia, de convertirlo en su perro. Pero lo que está haciendo es heredar el odio que provoca el otro, como en los tiempos de los buenos mánagers. Por eso, Drew está creciendo mucho. Ahora es alguien.

Así llegamos a esta lucha en Extreme Rules, que es colocada en el opener del evento, por algún motivo. Supongo que quisieron separarlo bien del colofón del show, en el que Brock Lesnar cobra su Maletín de Money in the Bank, para volver a ser Campeón Universal. Espero que, esta vez, no tenga el título secuestrado mucho tiempo.

En este opening, se podría pensar que Taker está en un Tag Team Match para estar protegido y que no se noten sus carencias, pero no es así. Está muy activo, recibe todo tipo de golpes, y aplica su arsenal habitual. Roman comienza atacando, y aplica un par de estiramientos al brazo de Shane, para dar el relevo al Enterrador, que siempre comienza con ese tipo de movimientos a la extremidad superior. La gente explota cuando ve a Taker en acción, y este, por supuesto, ataca el brazo de Shane, acabando con un Old School. Tras eso, se enfrenta a Drew, y lo lleva a uno de sus sitios favoritos: el borde del ring. Allí, aplica su legendario Leg Drop.

La lucha es un No Holds Barred, aunque no lo parezca, porque esto es Extreme Rules. Recordemos que, en sus orígenes, este PPV era para luchas extremas, y luego pasó a ser, simplemente, un PPV en el que todas las luchas tenían una estipulación especial. En ese sentido, debería llamarse Rules, en lugar de Extreme Rules. Desde hace un tiempo, ya tan sólo unas pocas luchas de la cartelera tiene reglas que no sean habituales, así que es un evento bastante parecido a los demás en ese sentido.

En la primera parte de la contienda, esto parece un Tag Team Match normal. Roman es dominado durante unos pocos minutos por el trabajo de los dos rudos, mientras Undertaker se mueve de un lado a otro en su esquina, como un tigre nervioso.

El Enterrador consigue el Hot Tag, y barre la casa. Prepara la mesa de comentaristas para un Last Ride, pero aparece Elias, aquel que fue humillado por Taker en el Raw posterior a WrestleMania, y le parte la guitarra de cartón en la espalda. Esto se convierte en un 3 vs 2, así que la cosa se complica para los dos héroes. Elias y Drew colocan a Taker en la mesa, para que el también veterano Shane vuele desde la esquina, con su Flying Elbow. Muy buen ataque.

Los palmeros de Shane le colocan al anciano Taker en la esquina, con su respectivo cubo de basura, para que el Best in the World aplique el Coast to Coast. 

Roman sigue siendo anulado por Drew y Elias, así que, en gran medida, este combate se lo hace solo Undertaker, que es lo último que uno esperaría. A pesar de los ataques recibidos, resucita como en sus mejores tiempos, aplica ChokeSlam sobre Elias y Shane, y aprovecha un Spear salvador de Roman sobre McIntyre, para rematar a McMahon con el Tombstone.

Un muy entretenido combate, brawl con storytelling al más puro estilo WWE, con un Taker que venía aquí a demostrar que no está acabado, y lo hace con creces. Tras su dieta, su cardio, principal problema en años anteriores, parece haber mejorado enormemente.

Puntuación: ***1/2

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