Seguimos hablando de Extreme Rules 2019. No creo que haya (por lo que he visto hasta ahora, quizás me equivoque) ningún verdadero MOTYC en la cartelera, pero casi todo es bueno, casi todo es digno de mención, pero no lo será ahora mismo, por motivos de agenda. Están pasando demasiadas cosas en la industria, hay que diversificar.
Voy a comentar un segundo combate del evento, el que mantuvieron Braun Strowman y Bobby Lashley. Fue un choque que me hizo ilusión ver.
Braun es el gran animal de WWE, quizás, hasta que le quite el puesto Lars Sullivan, si es que es capaz de esquivar tantas polémicas y lesiones. En mi experiencia, los tipos que empiezan así, tienen poco futuro en la empresa, en comparación con chicos buenos que siempre cumplen con su labor como Strowman.
El caso es que al gigante se le sacó de la carrera por el Universal Championship, y después de eso, no ha tenido una gran historia. Ahora, en su confrontación con Bobby, parece que volvemos a verle ser lo que era.
De Bobby se puede decir lo mismo. Volvió a WWE, estuvo en combates y rivalidades, pero nunca se definió como algo concreto. Acabó generando bastante indiferencia entre los aficionados, rodeado de personajes que se han usado de la misma manera perezosa, como Elias, Baron Corbin o Drew McIntyre, sin personalidad ni objetivos.
De pronto, Paul Heyman entra en el equipo creativo de WWE, estrella a Braun Strowman y a Bobby Lashley contra el escenario, provocando una gran explosión, y recuerda a la gente que son dos pedazos de monstruos. La gente se dio cuenta de que era eso lo que eran, ¿por qué nadie ha tenido inteligencia suficiente como para usarlos como lo que son?
Después de ese choque de colosos en un programa de RAW bastante fresco, en el que casi todos los segmentos merecían un vistazo, se determinó que se enfrentarían en Extreme Rules en un Last Man Standing, el formato de Brawl de WWE por antonomasia. Una buena elección, seleccionada porque se adapta bien a la rivalidad, y no porque sí, como suele ocurrir. De hecho, es raro ver un Last Man Standing en el midcard, eso significa que ahora hay alguien que está usando el cerebro.
La lucha es una buena brawl, en la que los dos oponentes demuestran que son dos bestiajos. A WWE le da un poco de miedo enfrentar a hombres grandes, por si aburren a la gente, pero no lo hacen en absoluto, en este caso. Braun comienza dando vueltas alrededor del ring, para pegarle un topetazo al Superman Moreno, pero cuando lo intenta por segunda vez, recibe un Spear bastante violento. Se hace mucho daño en el costado, y su rival lo aprovecha, pegándole muchos golpes de antebrazo ahí.
Es una dinámica bastante interesante. Los riñones son un buen objetivo en un combate, pero en wrestling nunca se aprovechan lo suficientemente bien. Es una zona del cuerpo demasiado concreta como para recibir movimientos de marca. Pero Lashley lo hace muy bien, golpeando fuerte, y Strowman lo vende como si le estuvieran matando. De esa manera, no es necesario usar, en realidad, ataques demasiado complejos, porque los que están usando, en su simpleza, están dando mejores resultados.
Braun Strowman lanza a su oponente contra las mesas de comentaristas internacionales, llevándose a Funaki, comentador japonés, por delante. Es un golpe muy fuerte, y una suerte que haya impactado con el único wrestler profesional que hay entre los 20 hombres.
El match sigue por todo el estadio, entre los fans, y en los pasillos. Finalmente, Strowman consigue aplicar el Running Power Slam sobre una estructura, que es destruida, cayendo los dos luchadores en su interior, unos 3 metros. El referee, desde fuera, hace la cuenta de 10, pero, cuando se acerca al final, Strowman destroza la pared, y aparece entre los escombros, como ganador de la pelea. Buen espectáculo.
Puntuación: ***1/2
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