Es difícil ver lucha mexicana anterior a finales de los 90.
No hay mucho material. Pero si te pones a ver combates de la década de los 90
en el Consejo Mundial de Lucha Libre, o en el Toreo de 4 Caminos, puedes ver la
forma más pura de lucha libre, lucha muy técnica, a ras de suelo.
Uno de los protagonistas de esa época es el Villano III, uno
de los luchadores más técnicos que podrás ver jamás. Las batallas junto a sus
hermanos contra los Brazos, o sus batallas contra Pegasus Kid (Chris Benoit),
son de lo mejor que he visto. Y la que es considerada, generalmente, como la
última gran lucha de México es suya también, aquella en la que perdió la
máscara frente a Atlantis, el ídolo de los niños.
Ahora, parece que todos los wrestlers mexicanos tienen que
ser copias de Rey Misterio. Todos voladores, con movimiento coreografiados y
haciendo combates sin sentido. Pero en el año 2000 vivimos una lucha que todos
consideramos como perfecta.
El combate es pura técnica. Nada más empezar, en un tope
suicida del Villano hacia fuera, se chocan las cabezas y ambos acaban
ensangrentados. Ahogándose en su propia sangre, los dos enmascarados vuelven al
ring a ganar la batalla.
Y eso es lo que quieren. Nada es gratuito, no hacen
movimientos aleatorios. Llave tras llave, todas son reversadas, la Cavernaria,
la de a Caballo, las Murallas, la Campana…. Aparecen movimientos de todo tipo
para conseguir conteos. Ambos quieren ganar la máscara del otro, y ponen en
liza un arsenal de técnica sin precendentes.
Y tan solo un público como el mexicano podría mantenerse en
una lucha de llaveo y contra-llaveo. Los japoneses estarían “estudiándolo”
todo, y los yanquis estarían gritando “boring”. Los mexicanos están como locos,
cada uno animando a su ídolo. Y los ídolos lo hacen todo perfecto, hasta que
Atlantis consigue aplicar una segunda Atlántida sobre la ya muy dañada espalda
del Villano, para ganar la máscara más importante de su carrera.
Puntuación: *****