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miércoles, 3 de octubre de 2018

Randy Orton vs Jeff Hardy, WWE Hell in a Cell 2018



Me dio la pena que se acabara la división de marcas en los PPVs de WWE, porque podíamos ver rivalidades secundarias en los eventos un poco distintas. Hay mucha gente que no volverá a un PPV en mucho tiempo. Pero, al mismo tiempo, sabía que el fin de esa división implicaría un aumento en el nivel en los PPVs, que se ha confirmado con la vuelta del Universal Championship, que estaba secuestrado por Brock Lesnar. Creo que los últimos grandes eventos de la empresa han estado muy bien, y todos ellos tienen varias luchas destacables. Hell in a Cell no ha sido menos.

Realmente, mucha gente dijo que reducir los PPVs de WWE se daba por la baja venta de entradas. Ya sabéis cómo es la moral judeocristiana, que nos hace criticar al poderoso y elogiar al débil. Y, por eso, mientras se habla de revolución por las 11.000 entradas vendidas por All In, se intenta vender la idea de que los estadios están vacíos para las grabaciones de Smackdown. Y para afirmar eso, se ponen imágenes de un show... después de que acabara Smackdown... y después de que acabara 205 Live... durante un dark match femenino. Manipulación de la más simple.

Pero en realidad, el caso es un poco distinto. No puede haber PPVs normales cada 15 días, porque la empresa está haciendo locuras con un nivel de ambición increíble para un espectáculo como este. Es que Vince y su caravana se van a Australia, a un estadio en el que caben 100.000 personas. Y se irá a Arabia Saudita, con un contrato multianual de cientos de millones con los jeques árabes. Y va a hacer un evento sólo con mujeres, en el que también venderá unas 15.000 entradas. Y llevará a cabo Survivor Series en un estadio en el que caben más de 20.000, y Royal Rumble en el que caben 50.000. Y llevará a cabo un Live Show como Starrcade, para el que el año pasado vendió más de 10.000 entradas. Y luego tiene todos los otros shows estilo indy para la network, como el Mae Young Classic, el NXT UK, el 205 Live...

Y para todos estos shows, y con los ingresos que le van a dar, sumados a los nuevos acuerdos televisivos, y el éxito de la Network, la empresa va a contar con toda leyenda que pueda vender entradas. Lita, Trish Stratus, Undertaker, Shawn Michaels, Triple H, John Cena y Kane estarán ahí. Kurt Angle ha comenzado una rivalidad con Baron Corbin, que seguramente le llevara a tener su primera lucha individual tras su regreso. Rey Mysterio ya ha firmado para volver a la empresa, y se está hablando de Hulk Hogan, de The Rock, de Batista... Hay pasta de sobra para tener a quien sea. Vacas gordas.

Con tanta historia interesante, existe el peligro de olvidar los PPVs normales, y a las estrellas del día a día. Por suerte, no ha sido así, y Hell in a Cell ha estado a la altura. Me ha alegrado mucho que para este evento, se tirara de dos grandes leyendas que forman parte del roster actual, y que a veces, no se utilizan lo suficientemente bien, teniendo en cuenta la reacción del público que tienen, y lo buenos luchadores que son. Son Randy Orton y Jeff Hardy, dos futuros Hall of Famers.

Después de una lesión que le alejó unos meses de los cuadriláteros, Randy Orton volvió a la acción, pero de nuevo como heel. Adoptó una actitud mucho más malvada, violenta y hostil. Justo lo que le hacía falta, pues es un tipo que gana mucho siendo malo, que tiene una gran psicología para luchar como rudo, y es mejor que haga eso a que coja el micro, que no es lo suyo. Se metió en la rivalidad entre Jeff Hardy y Shinsuke Nakamura, atacando al primero con un nivel de salvajismo muy alto, y muy olvidado en WWE. No hay nadie que sepa ser tan malo como Randy es las nuevas generaciones, que parecen no saber lo que es la psicología. Y tampoco hay nadie que sepa ser tan buen face como Jeff Hardy. En la lucha que tienen en Hell in a Cell lo demuestran, en un encuentro de bueno contra malo. Ningún hell in a cell de los que han tenido Owens, Rollins, Reigns, y todos estos, ha estado a la altura de lo que han hecho estos dos.

Fue sorprendente que esta fuera la segunda Hell in a Cell de la noche. Algunos dijeron que Charlotte y Lynch debían tener ese privilegio. Pero Vince ya tenía pensado darle un Hell un a Cell a Hardy. Porque el hermano de Matt vio hace varios años, dede TNA, la lucha entre Shane y Undertaker en WrestleMania, y la forma en la que McMahon se lanzó desde la parte de arriba de la jaula. Desde entonces, soñaba con tener una oportunidad similar para hacer uno de esos spots, que son su especialidad. Siempre se dice que tiene problemas graves en la espalda, pero cada vez que alguien lo dice, él realiza otro spot que parece muy doloroso. Y como rival, tiene a un tío que sabe sacrificarse por la empresa y por el wrestling, como es Orton. Ya recibió un salto de muchos metros de Jeff en la rivalidad que tuvieron hace 10 años. Aquí, una vez más, los dos destrozan su cuerpo por el espectáculo.

Esta es la primera lucha Hell in a Cell realmente violenta en años. Ambos se pegan de lo lindo con sillas, con las escaleras de metal, con la jaula, y con el cinturón de Jeff. La espalda de Orton acaba sangrando mucho, después de un golpe con el cinturón. Los agujeros de la correa se quedan marcados en su lomo, y por cada agujero, brota un poco de sangre. Hardy le pega también con la silla ahí, para que se refuerce este dolor.

Uno de los momentos más recordados en esta lucha tiene lugar cuando Randy utiliza un destornillador, para introducirlo en el agujero de la oreja del héroe, y retorcerlo. Durante los programas previos, Randy lo había hecho varias veces, pero tan solo con el dedo, tirándole de la oreja. Esto queda muy doloroso, y muy sádico. Qué daño.

Hardy aplica Swantom Bomb sobre su oponente, con una silla de por medio. De nuevo, digan lo que digan, Jeff vuelve a destrozarse la espalda. Y Randy sufre el ataque de verdad, y se nota. Aunque nuevas heridas brotan de sus piernas, sobrevive al movimiento volador del pequeño de los Hardy, que recurre a lo que más le gusta: las escaleras.

Jeff Hardy coloca a Randy Orton sobre una mesa, y se sube a la escalera más alta. Pero no se contenta con eso. Quiere hacer más daño al maldito Orton, que le ha torturado durante semanas. Se engancha a la parte superior de la jaula como un mono, y se lanza desde ahí, pero ha perdido demasiado tiempo. Randy se levanta de la mesa, por lo que Hardy cae de boca sobre la madera. 

El referee pide asistencia médica, porque Jeff está herido. Randy se empeña en que cuente, que el combate sigue. Aunque el árbitro se niega en principio, porque lo importante es pedir ayuda, realmente no hay motivo para no hacer la cuenta, así que da las tres palmadas, que convierten a Orton en ganador del combate.

Es, esta, una rivalidad inesperada, pero bien montada, que incluso provocó protestas de madres por el nivel de sadismo y violencia de Randy Orton. Ambos luchadores confirman ese nivel en esta lucha final. Randy sube como rudo, quien sabe si para enfrentarse algún día a AJ Styles por el campeonato, algo que me gustaría ver.

Puntuación: ****

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